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Los velocistas estadounidenses que participen en los Juegos Olímpicos de Londres tendrán la opción de vestir nuevos uniformes de Nike que, según la empresa de ropa deportiva, son “la ropa de pista más rápida hasta la fecha… [y] también la más sostenible”. Los chándales, que incluyen material procedente de 13 botellas de agua recicladas cada uno, incorporan parches estampados en las partes del cuerpo que más se mueven (obsérvense los puntos de Angelo Taylor, arriba). También están cubiertos de hoyuelos parecidos a los de una pelota de golf “para ayudar a reducir la resistencia aerodinámica del atleta”. Nike afirma, con gran precisión, que los uniformes con hoyuelos reducen hasta 0,023 segundos el tiempo de un sprint de 100 metros en comparación con el equipo anterior de la compañía.
Aunque no todos los corredores adoptarán este modelo de alta tecnología, sino que optarán por otras variantes de uniformes Nike, todo el mundo en la pista llevará algo ceñido y aerodinámico. Hace apenas un par de décadas, esto no era así. Una mirada retrospectiva a la historia del atuendo de los velocistas olímpicos revela cambios radicales.
San Luis 1904: Yamasani, un miembro de la tribu zulú, corre por la pista con camisa de cuello, pantalones cortos gruesos y botas. Aunque se trataba de un corredor de maratón, no de un velocista, este tipo de atuendo voluminoso era típico de la época. Fue uno de los primeros atletas africanos en participar en los Juegos Olímpicos modernos, y quedó 12º en el maratón, a pesar de la resistencia al viento creada por su gorra. (Merece la pena señalar que aquellos Juegos de 1904 traficaban con algunas ideas bastante atroces sobre la raza).
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Las tres rayas son la seña de identidad de Adidas, y se han utilizado en los diseños de ropa y calzado de la empresa como una ayuda para el marketing. La marca, que Adidas compró en 1952 a la empresa deportiva finlandesa Karhu Sports por el equivalente a 1.600 euros y dos botellas de whisky,[8][9] tuvo tanto éxito que Dassler describió a Adidas como “La empresa de las tres rayas”[8][9].
Dassler colaboró en el desarrollo de zapatillas con clavos (spikes) para múltiples pruebas atléticas. En 1936, Dassler convenció al velocista estadounidense Jesse Owens para que utilizara sus clavos artesanales en los Juegos Olímpicos de 1936. Tras las cuatro medallas de oro de Owens, el nombre y la reputación del calzado Dassler se hicieron conocidos entre los deportistas de todo el mundo y sus entrenadores. El negocio fue un éxito y los Dassler vendían 200.000 pares de zapatos al año antes de la Segunda Guerra Mundial[13].
Ambos hermanos Dassler se unieron al Partido Nazi (NSDAP) en mayo de 1933 y también se convirtieron en miembros del Cuerpo Motorizado Nacional Socialista[14]. Además, Adolf tomó el rango de Sportwart en las Juventudes Hitlerianas desde 1935 hasta el final de la guerra[15]. Durante la guerra, la empresa dirigía la última fábrica de calzado deportivo del país y abastecía predominantemente de zapatos a la Wehrmacht. En 1943, la producción de calzado se vio obligada a cesar y las instalaciones y la mano de obra de la empresa se utilizaron para fabricar armas antitanque. Entre 1942 y 1945, al menos nueve trabajadores forzados trabajaron en las dos plantas de la empresa[16].